viernes, 13 de enero de 2012

Bajo el humo de las farolas

Relato ganador de Primer Premio en castellano del IV Concurso de Relato Breve Enric Valor-Vall de Guadalest. Su autora: Laura Hidalgo

Aquella mujer iba a fumar junto a la misma farola todas las noches a las once en punto. Los vecinos se habían percatado de esta inusual costumbre y presenciaban, desde sus ventanas, este hecho fuera de lo común.

Para muchos este ritual encerraba un poderoso misterio. Algunos pensaban que pertenecía al servicio secreto. Otros creían que podría tratarse de una asceta moderna que fumaba alguna sustancia sagrada que le ayudaba a meditar. Los más racionales decían que no soportaba a sus hijos y bajaba todas las noches para librarse un rato. Los más románticos, que un marinero le dijo una vez que le esperase junto al faro y ella esperaba allí por equivocación. 

A algunas personas les parecía bien, “que haga lo que quiera”. A otras personas les parecía mal, “no debería quedarse ahí, ¡con el frío que hace!”. Unos opinaban que era rara, mientras que otros sostenían que no molestaba. Una noche un vecino que pasaba por allí, le pidió un cigarro. En lugar de continuar hacia su casa, se quedó con ella charlando. Le resultó tan agradable aquel instante que volvió de vez en cuando a fumar junto a ella. Con el tiempo comenzaron a venir algunos amigos más, con sus respectivos cigarros. 

En algunos barrios se empezaron a formar grupos de fumadores en torno a las farolas. Se convirtió en algo tan habitual que el ayuntamiento colocó ceniceros en ellas para que no quedaran montañas de colillas por el suelo. Incluso había personas que no concebían pararse por casualidad junto a una farola sin encender un cigarrillo. Pronto la práctica se había extendido por algunos lugares de Francia, en Reino Unido las farolas se llenaban de humo una hora antes y se empezaban a conocer los primeros casos en México D.F. 

Cuando detenerse junto a las farolas se había convertido en una costumbre universal, una noche, de pronto, la mujer no acudió a su cita. Aturdidos por aquel extraño acontecimiento, los vecinos no pudieron contener más su curiosidad y llamaron a la puerta de la mujer. Por fin alguien se atrevió a preguntar: 

-¿Por qué no has bajado junto a la farola esta noche? 

Ella respondió con naturalidad:

-He dejado de fumar.

2 comentarios:

  1. Tus escritos son siempre positivos, iluminan la realidad.

    Carmen

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  2. Laura me gusta tu relato de humor.Quiero más aunque nos llames borregos.
    Un saludo desde lejos de Jovenanciano

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