viernes, 20 de enero de 2012

ÁNGELES GONZÁLEZ: 'Venganza'

En la oscuridad agarró con fuerza la mano de su madre. Hacía frío en la bodega y la humedad escurría por las paredes. Se había echado una pequeña manta por encima. Los dos últimos días solo había comido un par de bolsas de patatas, que cogió al salir de casa, no había dormido apenas y oía con ansiedad los ruidos del exterior. Podía estar tranquilo: nadie sospechaba que se encontrara allí. El pueblo estaba calmado, el silencio le aturdía y él hablaba bajito con su madre. 
—No te preocupes mamá. Nadie sabe dónde nos hemos encerrado, aquí estamos seguros, a salvo de todos. Yo te cuidaré como siempre, igual que siempre.
Miró a la madre, envuelta con una colcha. Se adivinaba su cara en la penumbra. La nariz afilada, el rostro delgado y los labios finos. Mantenía su expresión inteligente. Su cuerpo, consumido, apenas abultaba. No se movía.
—Nos dejó solos y sufrimos su abandono, sobre todo tú, mamá. Tú que se lo diste todo, la vida, tu amor, tu trabajo, tu dinero. Conseguiste que fuera lo que tú no habías sido, que llegara donde tú no pudiste llegar, que lograra ser libre e instruida. Siempre trabajaste para ella, y estabas orgullosa de tu hija. La mirabas con arrobo, con pasión. Pero se fue y nos olvidó. 
Los últimos años apenas la viste y tú estabas enferma, agotada, débil. La llamamos cuando dejaste de andar. No vino. Ni tan siquiera devolvió tu llamada, la disculpaste porque ella siempre estaba muy ocupada. Tenía muchos compromisos y le resultaba imposible acudir a visitarte. Pero no te verá más, no se lo merece. Hoy está en el pueblo, ha llegado cuando ya no hace falta. Llevamos tres días escondidos, nos están buscando, pero no nos encontrarán. Esperaremos unos días más, hasta que se vaya. Entonces podré enterrarte.

Ángeles González: Nací en Haro (La Rioja). De mi padre aprendí a leer buenos libros y a beber buen vino. Maestra, licenciada en Antropología socio-cultural y en Filosofía.

2 comentarios:

  1. Felicidades, Ángeles.
    Un cuento terrible, vamos...
    Pedro

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  2. Es un cuento que sirve para todos los que perdemos un ser cercano.Recordamos el daño que le hicimos, con nuestros egoismos involuntarios.Mi admiración.
    Jovenanciano

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