–El pie izquierdo no me quiere hacer ni caso –grité a mamá que asomada a la ventana tendía la ropa.
— ¿Y tú? ¿Le haces caso tú a él? ¡Qué fácil es echar la culpa al otro! ¿Te has preocupado tú por él? Puede estar cansado y se ha dormido; o se le está clavando una uña; o… tú le estás haciendo daño con tus zapatos nuevos. No…, eso no se te ha ocurrido. Le puedes cuidar, querer. Pero es más fácil decir: "no me quieres hacer caso". —Mamá cogía pinzas y ropa y más pinzas y más ropa. Éramos muchos en casa y papá se había ido.
Un gran cuento, Arantza, con una especial delicadeza en su duro final...
ResponderEliminarPedro
Me gusta tu relato.Tiene sensibilidad y no es cursi.
ResponderEliminarJovenanciano.